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El calor sofoca tu esquelética escultura. Abandonada a la suerte de tu propia historia. Emerges colosal entre matas, espinos, yuyales que abrazan raíces y centro de tu imperio perdido. Cercada te encuentras. Exilian tu acceso. Aun así, te muestras desnuda, íntegra, solemne, berreando.Ayer. Veía lejana tu figura espectral. Rodeada de nada y secreto.Ahora. Rusticas mentes ignoran tu beldad desmantelada. Se acercan. Te ocultan. Cuidan tu descuido en metálicas redes empobrecidas.
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Tejo mantas con tus venas rojas. Utilizo las azules en los extremos. La piel, lo más difícil de extirparte, pero soy experta en desgarrar quebrantos. Con ojos de niños decoro vestidos y con sus deditos entrelazo. Tu centro, peligroso. Lo sumerjo en ciénaga pútrida por horas, aun así me fascina su dureza y su costra bífida. Meticulosamente secciono las cavernas de tu sexo con dulzura, añoro lo viril que era. Inmóvil, miras mis manos y lloras sangre. Como toque personal, mis creaciones dejan una estela purpúrea a su paso y engullo a quien lo viste.
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Todo se diluye en sus dedos fálicos. Una extensa agonía se esparce en hilos viscosos, saturando el escape. Huida desertada. Creyó saber que la búsqueda inexorable de sí, debía hallarla por calles huérfanas, estériles, castas. Debió sentirse confundida.
... durmieron juntos por última vez, ella lloró y él se abrazó a ella y lloró también, pero las lágrimas no duraron mucho, enseguida la pasión erótica se apropió de ellos y, gobernándolos, nuevamente los desgobernó hasta el delirio, hasta lo absoluto, como si el mundo no fuese mas que eso, dos amantes que uno a uno interminablemente se devoran ... Saramago
Convertida en volcanes. Realidad interrumpida, avasallada, ansiada demencia sojuzgada Ardid de bocas enmarañadas, mutadas, concebidas en una. Sin reparo abordaste mis pliegues. Tu sed bebió, engulló distancias. Estertóricos espasmos impolutos. Grito culminante, el tuyo , concibió en mi, un después.
Savia que cae. De tu boca. A distancia. Tibia, viva, blanca. Deslizante por los labios lubrico la desértica lengua. La mía. Acariciando. Esencia. Ojos sin parpados. Observan confiados nuestra danza.
Callao nos envuelve en su noche de luna. Centellantes luces transitan tu calle, circundando inesperados besos sin tiempo. Así recuerdo el ayer tan cercano. Despedida, y reencuentro El giro por Corriente apresó la marcha hasta tu centro fálico, Buenos Aires. La distancia me demuestra que el destino fue la excusa inexorable de encuentro. Callao nos rodea con caricias sugestivas, embriagando en deseo, ausencias lejanas.