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Devenir constante me enajena de lo oprobio me sugiero cambiar de vía por un instante. repetidas sensaciones de fastidio cubren mis sueños, los olvido, me abandono dejando transcurrir corrientes impolutas que transgreden este instante frecuentado
Embriago mi demencia eterna Fuerza viseral germinas mis carnes, mi rostro explota absorbiendo mis ojos este sentir perpetuo, por que

conversión existencial

Pies, ramificas mi existencias en mi segunda primigenia. Intente volar. Privada por arbustos, sus apéndices descubrieron mi locura, trasmute, di unos pasos. Absurdo, era tarde, mis raíces se extendían a este suelo estéril.
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Amanece. Pestañas soñolientas te observan. Junto a mí, danzan sueños imperfectos entre ríos inmutables. Me encuentras. Sonreímos. No dudo llegar hasta tu margen. Decimos sin palabras.
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Salgo del camino. Espero tu ausencia que se acerque . Migraste a selvas distantes, solitarias, nadie te hallara. amén.
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A penas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Te
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...cenizas quedan... y no fumo.