La observo mirándome. Dueña de los últimos suspiros. Emerges como icono ominoso ante mi incuria confinada. Acaricio a distancia. Silueta imperfecta. Cubierta de hiel sombrío, coagulado. Percibo muy cerquita el susurro entre mis cabellos, llamándome. Mis sentidos se aceleran, deseo con ávida pretensión recorrer su vasto cuerpo congelado; dimitir, fenecer. Me quiere solo en lo oprobio. Me agota el juego de llevarme. Excita mis entrañas, endurece nervios, tejidos, arterias. Me abandona. Vuelve, siempre vuelve.
Bebo mi aflicción. Conspiro al vomitar memorias ciegas. Traspaso la espesura de tu frente, aliviando genuinos recuerdos emancipados.
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